De Mario Ramírez Barajas para Don Mario Vázquez Raña
Querido, admirado y respetado Don Mario:
Felipe Muñoz Kapamas, Mario Vázquez Raña y Mario Ramírez Barajas |
El día de hoy todos nos hemos
enterado de su partida hacia el eterno al que todos estamos destinados a llegar
al final de nuestras vidas y, quiero, por la importancia de la influencia de su
persona en mi familia, dedicarle unas últimas palabras al gran hombre y
ser humano con el que tuve la fortuna de encontrarme en mi camino.
Todos lo que de alguna manera
hemos tenido que ver algo con el deporte en los últimos 40 años, inevitablemente fuimos
influenciados por su personalidad. Hay quienes nunca comprendieron a profundidad
la importancia de su actividad en México en el mundo y otros, como yo, siempre
presenciamos maravillados, la habilidad con la que era capaz de atender y
resolver casi cualquier problema nacional o internacional con una sola llamada
o recomendación de su parte.
Mario Ramírez Barajas, Kirzan Ilihuzminov y Don Mario Vázquez Raña |
Viví el privilegio de que usted me
permitiera colaborar a su lado como Vicepresidente Operativo del Comité
Olímpico Mexicano y, en otras
responsabilidades de corte internacional, por lo tanto fui testigo directo del
gran cariño y respeto que todos lo dirigentes del deporte mundial tenían hacia usted.
En particular siempre tuve clara
la gran presencia de su familia en su vida. La sala de juntas de su despacho
particular tiene los retratos y dibujos de sus padres, esposa, hijos y nietos.
Y eso lo ilustraba mucho más como el gran hombre que siempre fue, de
mayor dimensión que el empresario y directivo de proyección mundial.
Habrá quienes en su mezquindad puedan
regatearle el haber sido siempre un empresario y directivo exitoso, no importa,
todos quienes tuvimos la fortuna de acompañarlo en algún momento en su ruta de vida no
pudimos menos que admirarlo quererlo y respetarlo.
Como sucede con los grandes
hombres, todas sus virtudes, lamentablemente, serán reconocidas ahora que usted ha
partido, pero todos aquellos quienes lo
conocimos en persona, solo recibimos consejos, buen trato, guía y conducción. Al menos para mí, el contacto con usted cambió
en definitiva el
rumbo de mi vida y la de mi familia.
Muchas veces observé
como lo trataban
grandes personajes como Samaranch, Primo Nebbiolo o Joao Havelange, pero también fui testigo del cariño profundo que le profesaban sus
asistentes, secretarias, fotógrafos y todos quienes estaban en contacto
con usted.
Siempre había un consejo o una palabra de ánimo para todos, aún quienes se auto calificaban
como sus enemigos, siempre encontraron a un hombre leal y de una sola pieza,
del otro lado de la mesa.
La última vez que lo visité
en su despacho con
motivo de las elecciones de la Federación Internacional de Ajedrez, las
palabras finales con que me despidió fueron “..ya di mi palabra y vale mucho,
cuida que no se falte a ella::”. Ese siempre fue Don Mario, un hombre para
el que su palabra era lo más valioso.
Su influencia en el movimiento
olímpico
nacional y mundial trascenderá por muchos años y el deporte nacional deberá
entender, antes o
después, lo importante de su aportación.
Su legado no sólo es empresarial, las personas
que usted desarrolló profesional, personal y familiarmente son un legado impresionante.
Don Mario: lo vamos a extrañar mucho. Todos.
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