Tiene algunos días que el presidente Calderón otorgó el indulto a Antonio Ortega Gallardo, injustamente encarcelado durante cuatro años, acusado de cometer unas violaciones de las cuales resultó, finalmente, inocente. Lo más crudo del asunto es la lucha infructuosa de sus defensores quienes aún demostrando la no culpa de su cliente y contarse con la declaración de algunas de sus supuestas víctimas, exonerándolo, los jueces encargados de resolver su caso se negaron a liberarlo. A pesar de contar con los elementos necesarios para hacerlo no pudieron o, peor aún, no quisieron remediar una falla evidente de ellos en la valoración de todos los hechos. En este marco la resolución del presidente de la República hizo lo correcto y muestra su preocupación por un sistema de justicia incapaz de retener a los delincuentes y liberar a los inocentes.
No es un caso aislado, pareciera como si los encargados de impartir justicia se aplicaran a cumplir con su trabajo con un sentido eminentemente burocrático y, por que no decirlo, cubierto de suspicacias respecto a su probidad e imparcialidad.
Basta recordar el caso de Esiquio Martínez Fernández, secretario de un juzgado con una cuenta bancaria, investigada por la PGR, con movimientos por mas de 400 millones de pesos.
Por supuesto no hay explicación para tal fortuna como no sea su generación a partir de la alteración de fallos judiciales.
¿Cuántos inocentes acabaron condenados por no tener dinero para conseguir una sentencia favorable? y, ¿cuántos culpables andan sueltos gracias a la perversa forma de ejercer la justicia en ese juzgado?, no creo que lo lleguemos a saber, pero es de suponer sean numerosos los afectados; si inocente, el sentenciado; si culpable, la sociedad que no encuentra un castigo justo para quienes violan la ley.
Pedro Gatica indígena Tlapaneco, originario de Ciénega de Sauce, Guerrero, fue detenido a los 16 año de edad, lo acusaron de un homicidio relacionado con un problema de tierras, el juez tardó 4 años para desahogar una diligencia (careos con sus acusadores) y 6 más para dictar sentencia, la cual fue apelada por sus abogados defensores. Fue absuelto y liberado. ¿Quién le pide cuentas al infame juez?, ¿quién la devuelve su vida cotidiana después de tantos años injustamente recluido en un penal?.
Basilia Ucán Nah, liberada el pasado 25 de Mayo, pasó dos años en una cárcel de Yucatán, liberada del cargo de regentear menores de edad, vivió una detención ilegal y un proceso que nunca demostró su culpabilidad, el juez a cargo de su caso ni siquiera consideró elementos de prueba que posteriormente la absolvieron.
Finalmente el caso de Antonio Zúñiga, también acusado injustamente de un crimen que no cometió, abandonó la prisión gracias a la presentación pública del documental “Presunto culpable”, donde se desnudó de cara a la sociedad el proceder insensible, inepto e inhumano del juez con la responsabilidad de estudiar el caso y proceder en consecuencia, es clara su equivocación y la consecuente implicación para la vida de una persona con respecto a su vida social, profesional, económica y emocional, destruida por un hombre que, investido por la autoridad del juzgador, convalida una injusticia.
Si juzgan y condenan injustamente, también es de esperar juzguen y liberen injustamente. Cuanta razón tuvo el presidente Calderón al reclamar que se detiene a los delincuentes una y otra vez y los jueces los sueltan nuevamente sin considerar todos los elementos a la mano para proteger a la sociedad. Por cierto, no pasó nada con el juez del “Presunto culpable” y además salieron a defenderse en una rueda de prensa y decirse agraviados. Faltaba más, pobrecitos tanto que hacen por la sociedad, total, inocentes sentenciados, gajes del oficio.
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