Recuerdo con claridad, cuando en 1976 falleció mi abuela paterna: llegué a visitarla al hospital, por la noche, acompañado de mi familia, para enterarnos en ese momento, de su muerte. Una enfermedad larga y penosa que sólo hizo se quedara por un largo periodo en el hospital, cada vez más sola, rodeada de enfermeras y doctores en lugar de familiares.
Esta parece ser una historia cada vez mas común, la transición epidemiológica nos ha llevado hacia enfermedades crónico-degenerativas como diabetes, hipertensión o ateroesclerosis; actualmente no se curan, sólo se sobrellevan.
Los avances de la ciencia y la medicina, mas allá de desaparecer los problemas de salud, los han controlado sin que por ello desaparezcan sus manifestaciones. De hecho ahora hemos “medicalizado” los últimos años de nuestras vidas y en múltiples ocasiones la existencia de estas personas, cuando son hospitalizadas, se reduce a una cama, una silla, una familia sin preparación para afrontar los problemas médicos y humanos propios de la vejez.
Tanto en la casa como en el hospital, para el hombre mayor, sus vínculos sociales se van disolviendo, esencialmente descansan en una familia que, de poco en poco, los va abandonando; si son solteros, viudos o divorciados el hilo se amarra con amigos de su propia edad que, al final atrapados por sus propias dolencias, dejan de visitarlos. Así esta edad se convierte en una gran prueba para la solidaridad familiar que no siempre se pasa satisfactoriamente. Los tiempos cuando se podía morir en casa, rodeado de familiares y amigos parecen anécdotas de un pasado no muy lejano.
De manera natural el hombre no necesita llegar a viejo como especie, en todo el reino animal después de la reproducción viene la muerte, por lo que hay que planear perfectamente lo que va a ser nuestra etapa final de vida.
Hay factores predictivos de una vejez exitosa. incontrolables: la clase social de la familia, la cohesión familiar, depresión grave, longevidad de sus ancestros, temperamento y salud al llegar a los 50 años; controlables: abuso de alcohol, tabaquismo, estabilidad matrimonial, ejercicio físico, actitud positiva ante los problemas cotidianos y nivel de educación conseguido y mantenido.
Si las variables controlables son atendidas adecuadamente solo la depresión es el único factor predictible que afecta la calidad de vida. Por eso es tan importante atenderla sin restarle ninguna importancia a su impacto emocional.
Las bases de una tercera edad feliz, se relacionan en primer lugar con lo que se hizo en la vida, esto es, no tener pendientes emocionales, profesionales, familiares o patrimoniales de alto costo. En saber de una vida en donde hubo metas fijadas y alcanzadas; tema en el que contribuyen a reforzar los logros de los hijos y, la presencia de los nietos, en ambos casos, cuando los hay.
El segundo, y tal vez el mas significativo, la capacidad de no depender económicamente de nadie. Nada es más difícil que saberse viejo y al levantarse no tener ni un peso en la bolsa, peor aún, sentirse sin fuerzas para salir a buscarlo. Todas las personas mayores desearían seguir viviendo con su familia, con los suyos, sin embargo su preocupación mayor es no convertirse en una carga para ellos, en ser autosuficientes.
Ahí es donde han dado en el blanco algunas políticas populistas, en el centro del corazón de las familias. Mas allá del dinero que se les entrega se necesitan políticas públicas donde haya espacios para que se ocupen, socialicen y se sigan sintiendo útiles. Donde puedan recrear sus vínculos sociales y su experiencia sea aprovechada.
Las generaciones jóvenes necesitamos actuar, no basta en pensar al estado como quién se tiene que responsabilizar de ellos, hay que cuidarlos, procurarlos, sobre todo, entenderlos. Los jóvenes, percibimos todo un mundo por ganar ante nosotros; las personas de edad avanzada, en cambio lo pierden día a día y a veces de golpe por un mal paso.
José Bergamín Gutiérrez, poeta y dramaturgo español, fallecido en agosto del83, lo ilustró magistralmente en un poema:
Tú estas pensando en tú vida,
Yo estoy pensando en mí muerte. Por eso es tan difícil que tú puedas entenderme
El camino para encontrar respuestas satisfactorias aún es muy largo, hay que empezar a transitarlo a un paso más rápido, por ellos, por nosotros, por todos
Comentarios
Publicar un comentario