Hace unos cuantos días que liberaron en Veracruz a dos personas acusadas penalmente como consecuencia de utilizar la difusión viral que se da en la redes sociales, en específico por utilizar su cuenta de Twitter para difundir información que, a la postre resultó falsa.
Más allá de la pertinencia y magnitud de la acusación, el tema pone en la mesa de discusión la trascendencia que han desarrollado las redes sociales en la vida cotidiana. Hace no más de quince años todavía teníamos desconfianza de la comunicación electrónica y sus implicaciones, ahora se ha convertido en referente indispensable y punto de encuentro para amistades o conocidos ya perdidos.
En algún momento incluso era necesario enviar el documento físico con un propio, ademas de la comunicación por correo electrónico para estar seguros de la llegada oportuna de la información al lugar deseado, ahora casi todo tiene la opción de ser realizado en línea y muchos trámites si no son realizados por este medio es imposible concluirlos.
En Colima durante el gobierno de Fernando Moreno Peña se instalaron unos quioscos en los que era posible tramitar diferentes documentos oficiales, tales como actas de nacimiento, sin pasar por el tortuoso camino burocrático, en ese momento fue un proyecto de avanzada com implicaciones casi futuristas. Para estos días no ser parte de una red social es encontrarse fuera de la interacción cotidiana.
Lo mas curioso es la penetración del gusto por ser parte de ellas, casi sin distingo de generación, porque bueno uno esperaría encontrar solo jóvenes y niños navegando por la red, pero ahora los adultos son un elemento sumamente activo de ese nuevo entorno. Lo veo con mi esposa, invierte en Facebook mas tiempo del que lo hace con otras ocupaciones y una fracción importante de su atención se centra en buscar a conocidos y amigos perdidos con el paso del tiempo y el fragor de la lucha diaria. Así la he visto reencontrarse con sus compañeros de la secundaria, con familiares no localizados y ahora “sube” y comparte fotografías, chatea en tiempo real y, además fisgonea en vidas, imágenes y comentarios ajenos, con permiso anticipado por parte del dueño de la información.
Ha resultado toda una revolución. Hace poco recuerdo haber leído un comentario sobre la incidencia de divorcios ligada a datos obtenidos por este medio, no estoy seguro si sea cierto, pero me parece muy probable. Las redes sociales satisfacen nuestra sed de chismes y permiten la interacción sin el contacto cara a cara, lo que las hace mas sensibles para la expresión suelta de quienes no podrían hacerlo en la presencia física de otras personas.
Como resultado el contacto se ha ampliado pero el intercambio personal ha disminuido. Twitter es otro fenómeno con implicaciones serias, está dando lugar a un lenguaje nuevo (tuitear, trend, por ejemplo) y permite la comunicación al instante, en tiempo real de actividades o sucesos. Hay grupos para casi todo, por ejemplo hay uno para avisar donde se instala el alcoholímetro para que los fiesteros lo puedan evitar; otros sirven para “seguir” a algún artista, o burlarse de personajes públicos, vamos hasta sustitución de personalidades se presentan ante la importancia obtenida por estos medio.
Aunque no comparto la reacción desproporcionada del gobierno de Veracruz, si vale poner en consideración iniciar un debate mas a fondo sobre la responsabilidad en que se incurre ante la utilización de mala fe de las redes sociales. La comunicación por medio de redes sociales ya ha contribuido a derrocar gobiernos, hay que cuidar también que no sirva para destruir honras y vidas.
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