Hace algunos años, cuando radicaba en la ciudad de Monterrey, igual que muchos regios, acostumbraba ocasionalmente viajar a Laredo para hacer algunas compras y dar la vuelta; en particular me llamaba la atención como al cruzar la linea fronteriza, la conducta de todos los automovilistas de autos con placas mexicanas, cambiaba dramática y notoriamente. Si al circular del lado mexicano alguien tira basura por la ventana del carro o se mete en doble fila, no hay problema, no pasa nada, es más, lo tomamos como algo normal, nadie se escandaliza, total que tanto es tantito. Ah pero nada mas empezar a circular del lado americano y entonces si, nadie viola el límite de velocidad, se pasa un alto, o se estaciona en el lugar para discapacitados, la pregunta esencial entonces es ¿que sucede para operar tal milagro de transformación?, ¿acaso en México somos transgresores de la ley y al salir, ya no?.
La respuesta no parece ser en realidad, muy complicada, todo parece ser un asunto de impunidad, en tanto aquí estamos acostumbrados a ¨arreglarnos¨ de alguna manera allá no queda de otra que ir a la corte y pagar multa, con regaño incluido. Quiero señalar que no soy fanático de los estadounidenses, ni mucho menos, de hecho creo distinguir algunos graves problemas no superados por su sistema de justicia, aún hay racismo, discriminación y xenofobia, entre otros, sin embargo el ejemplo vale como pivote de reflexión acerca del incremento de los niveles de inseguridad y sus causas y donde mucho mas allá de los problemas mucho mas allá de el desempleo la desesperanza y la desilusión, hay un gran problema de impunidad.
En México quien es asaltado, no siempre se encuentra dispuesto a denunciar, la razón fundamental es que no pasa nada y, lo mas probable, hay que perder tiempo y dinero en ser atendido sino es que desde el policía ya fue necesario ¨aceitar¨ el proceso de justicia.
Endurecer las penas no parece ser la vía mas segura para desalentar el delito, en Estados Unidos hay pena de muerte y no por eso dejan de delinquir, el incremento de las penas corporales no necesariamente es registrado por el ladrón, asesino o secuestrador, como motor para dejar de hacerlo.
En algunos países del medio oriente, la pena corporal llega a cortarle las manos al ratero o matar al homicida, al mas puro estilo del ojo por ojo y diente por diente y sin embargo, los delitos se siguen presentando.
Es evidente la necesidad de ajustar las leyes para enfrentar los nuevos modos de violarla que idean los delincuentes, por ejemplo, antes no era pena grave el secuestro express, ahora ya lo es, eso está muy bien, pero ¿habrá menos secuestros si la pena en mayor?, no lo creo, lo mas probable es que disminuyan o desaparezcan cuando no puedan efectuarlos con la impunidad con que lo hacen, en el momento preciso de lograr la autoridad, detenerlos, castigarlos y encarcelarlos de manera expedita y rápida, entonces los veremos descender.
La impunidad debe ser combatida desde el mismo proceso de formación, la escuela, la sociedad, la familia y el estado deben ser actores conjuntos y solidarios en lograr erradicarla, ojalá y dentro de poco pudiéramos presumir orgullosamente un gran esfuerzo nacional anitimpunidad, en lugar de penas mayores o castigos a fumadores y demás.
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