Es muy curioso como hemos ido mostrando con el tiempo, socialmente al menos, un gran desapego hacia todos los signos aún visibles, de un pasado glorioso y rico en tesoros, tierras, imperios, mitos y visiones cosmogónicas únicas. Así vemos como una curiosidad menor al danzante vestido de guerrero azteca, luchando por ganar unos cuantos pesos aprovechando la luz roja del semáforo, o somos capaces de pasar junto al templo mayor con toda nuestra capacidad de asombro o admiración, adormecida por siglos de una historia que en palabras de Eduardo Galeano, ¨...para que nos resignáramos , conciencias vaciadas, al tiempo presente; no para hacer la historia, que ya estaba hecha, sino para aceptarla...¨
Sí para asimilar no solo el despojo de riquezas materiales que ha soportado América latina, también el de una historia deformada, sin voces sonoras ni héroes entrañables y, en cambio, pueblos sojuzgados y sometidos brutalmente con ayuda de todas las artes posibles, buenas o malas que, al fin, no importa.
Esta es, fundamentalmente, la tesis a partir de la que Eduardo Galeano teje sus justificaciones para ser profundamente subjetivo en una apreciación con evidente simpatía por los conquistados, sobre los conquistadores, ¨... Incapaz de distancia, tomo partido: lo confieso y no me arrepiento ...¨, afirma desde la introducción al primer tomo, de la trilogía ¨ Memorias del fuego ¨, llamado ¨ Los nacimientos ¨, donde con una visión reivindicadora aborda el pensamiento mágico desde la perspectiva de las historias de creación en América, para después llevarnos de la mano por la traumatizante conquista y el establecimiento de las primeras formas de gobierno colonial. El autor hace gala de una gran madurez como escritor al lograr un texto lleno de ritmo, poesía y prosa en una mezcla sumamente difícil de alcanzar. Nacido en Montevideo, Uruguay en 1940, su tránsito por el mundo de las letras ha sido intenso: ha publicado en revistas, periódicos, libros. Ensayista consumado ha sido premiado en muchas ocasiones y cuenta con un doctorado honoris causa otorgado por una Universidad Boliviana. Es reconocido en toda América latina, además de haber trabajado en España y Argentina logrando así interactuar con otras corrientes y conceptos culturales, reflejando esto en la calidad de su obra.
Tiene mucha razón al propugnar por el reconocimiento del pensamiento y sentimiento americano, antes de la conquista, es muy complicado entender la manera en que esto nos ha afectado para conformar un imaginario colectivo atado, todavía, a grilletes mentales originados en un manejo impropio de nuestra historia. En el caso de México pareciera como si se nos hubiera obligado a firmar un pacto perverso con un bloque de héroes oficiales impregnados de derrotas, como si así se garantizara la imposibilidad de lograr el despegue como la nación llena de hijos pródigos que ofrecer al mundo. Cuahutémoc es uno de nuestros grandes héroes no por sus hazañas, construcciones o conquistas ( no tuvo tiempo de hacerlas ), sino por ser el gran derrotado; Hidalgo es el padre de la Patria por decreto ya que su movimiento fue aplastado casi de inmediato y la Independencia se alcanzó por otros, diez años después; Guerrero quedó convertido en un fugitivo en las montañas del sur sin lograr triunfos significativos; Madero nunca pudo gobernar y fue asesinado; Zapata muere acribillado y su bandera de reparto de tierras tuvo que esperar hasta que el General Cárdenas fuera presidente.
Hernán Cortés en su primera carta de relación a Carlos V, refiere de un modo muy singular el relato de su entrada a Tenochtitlán, ¨...Aquí me salieron a ver y a hablar hasta mil hombres principales, ciudadanos de la dicha ciudad, todos vestidos de una manera y hábito, y según su costumbre, bien rico; y llegados a me hablar, cada uno por sí hacía, en llegando a mi, una ceremonia que entre ellos se usa mucho, que ponía cada uno la mano en la tierra y la besaba; y así estuve esperando una hora hasta que cada uno ficiese su ceremonia...¨ . El besamanos, sobreviviente aún a nuestra modernidad política, retratado desde aquel entonces. A pesar de ser muchos los estudiosos que sospechan acerca de lo que escribió el conquistador de México, quien parecía hacer unos relatos que lo hicieran quedar bien con su rey, aunque no fueran ciertos, pareciera como si los orgullosos nobles y valientes guerreros aztecas se hubieran postrado ante él con su sola presencia, no parece muy probable haya sido esa la verdad, sin embargo, el ejemplo encaja perfectamente en la preocupación con que Eduardo Galeano enmarca la justificación de su obra.
En la primera parte, donde revisa los mitos fundacionales de los pueblos americanos, no deja de ser evidente la búsqueda de explicaciones al origen y sentido de la vida, hecho inherente y común a la naturaleza humana, presente en prácticamente todas las culturas. Galeano logra, con gran maestría, dotarlas de un aire con grandes aromas de ingenuidad y rasgos de una extraña capacidad para asumir la llegada de futuras e inevitables catástrofes, tal y como el jefe sioux Bebelagua sueña una raza nueva tejiendo una telaraña alrededor de su aldea y eso le permite concluir que el fin de los suyos ,a manos extrañas y extranjeras se acerca; o como no dejar de sonreír cuando en el Amazonas al encontrarse por primera vez un hombre y una mujer , él asume que está enferma por que no tiene miembro e intenta curarla con emplastes hasta que descubre a un mono ¨ curando ¨ a su hembra y así, entre luces, olores y sonidos el mundo se rinde ante el descubrimiento que hace el hombre, del amor carnal. También tiene espacio para perfilar el espíritu guerrero y conquistador yacente desde el principio de los tiempos en los pueblos de América, la magia, los elementos y todo lo inexplorado hasta ese momento, cabían juntos cobijados en el vasto mundo de la imaginación: el lucero naciente en la búsqueda de un hijo por su inalcanzable padre, al que siempre trata de alcanzar pero no puede, perfila ya un sentido poético profundo, ligado a una imaginación desbordante.
La segunda parte, la mas nutrida por cierto, profundiza en las gestas de conquista, para hacer evidentes de manera clara, los engaños y abusos cometidos por los españoles desde México hasta Perú y Chile; la visión de un invasor cruel y taimado, aprovechándose de su ventaja en desarrollo cultural, es repetida consistentemente. Pone en boca de los propios evangelizadores palabras de arrepentimiento por los exceso cometidos y detalla el saqueo de todos los bienes y materias primas que le dieron sustento a una vida de lujos y privilegios a la corte española. Me llama en particular mucho la atención la admiración que muestra por Sor Juana, su lucha de género en un tiempo en que la mujer era considerada un ser inferior y la mirada tierna y amorosa con que trata de encontrar, en su imaginación como debió ser la conducta y el pensamiento de una mexicana mas grande que su tiempo. En particular es delicioso el relato de:
Un sueño de Juana
Ella deambula por el mercado de sueños. Las vendedoras han desplegado sueños sobre grandes paños en el suelo.
Llega al mercado el abuelo de Juana, muy triste por que hace mucho tiempo que no sueña. Juana lo lleva de la mano y le ayuda a elegir sueños, sueños de mazapán o de algodón, alas para volar durmiendo, y se marchan los dos tan cargados de sueños que no habrá noche que alcance.
Corto, imaginativo, rico en figuras retóricas, con ritmo suave pero firme y en condición de ayudar a pensar como posible un imposible: penetrar en los sueños de Juana y encontrarlos generosos y solidarios. Simplemente maravilloso.
Es en este terreno, el de la técnica estilística , donde la capacidad narrativa de Galeano hace que la reflexión sobre el pasado rico en hombres y bienes, trastocado por una civilización ¨ superior ¨ empeñada en conquistar sobre ruinas ( no hay que olvidar que tan sólo 50 años después de la conquista, el imperio mas grande de América, el azteca, era tan sólo un recuerdo confuso y borroso ) se incruste con fuerza en nuestro pensamiento. El ritmo, ¨... el humoso, aromoso, chocolate...¨ , la enumeración, ¨...vinos de España y sombreros y sedas de Francia, encajes espejos y tapices de Flandes, espadas alemanas y papelería Genovesa, medias de Nápoles, cristales de Venecia, medias de Chipre...¨, y muchas formas mas de la retórica se dan cita en este texto memorable por lo que es, lo que propone, lo que reflexiona y, lo mas importante, lo que nos cambia la visión de estos pueblos, de nosotros y de todos, una verdadera prueba de que la escritura es uno de los regalos mas preciados que ha recibido el hombre por parte de los dioses, muy probablemente algunos muy antiguos fugados del gran catálogo maya, azteca, tarasco u Olmeca, de paseo por Europa, en el principio de los tiempos.
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